La inflación se ha convertido en un problema inesperado para las familias. El dinero de los ciudadanos ha perdido valor, es decir, con la misma cantidad se puede comprar menos, lo que impacta negativamente al bolsillo de los consumidores.
El alza de los precios de bienes y servicios en un país durante un periodo de tiempo sostenido es lo que se conoce como inflación. El Índice de Precios al Consumo (IPC) ha subido a un ritmo vertiginoso en los últimos años, en especial, por la electricidad, la alimentación, el gas y el carburante.
Con el mismo salario se pueden comprar menos bienes y servicios. Pero todos los hogares no soportan la misma subida de precios. Los gastos y los ingresos netos mensuales de cada persona son los que determinan cuánto ahorrar al mes.
Recomendaciones para administrar el dinero
Si se quiere tener un mayor control de los gastos, será necesario medirlos. No hay otra opción. Desarrollar un presupuesto mensual sirve para llevar una gestión del dinero disponible. Para que tenga sentido debe hacerse un objetivo de ahorro mensual. Un propósito que implique esfuerzo, pero que sea viable. Con el establecimiento de este objetivo seremos conscientes del margen de gasto y ahorro.
Algunos meses no será posible cumplir el objetivo. No basta con registrar el logro y fallo del alcance del mismo, sino que interesa realizar un análisis de las desviaciones y un reajuste de estos cálculos. Compararlo con otros meses nos proporcionará una nueva visión de necesidades de inversión en nuestra vida, para garantizar un ahorro prolongado.
Una recomendación es intentar pagar lo máximo en efectivo. De este modo se nota mucho más el gasto y, por ende, lo autorregularemos de forma automática. Existen estudios que demuestran cómo el pago con tarjeta activa los circuitos neuronales que se traduce en compras impulsivas e innecesarias de hasta el 85%.
Controlar estas ansias de compra será clave para reducir el margen de gastos innecesarios. Valorar la compra, recapacitar sobre su precio y comparar ayudará a escoger la opción más viable para no caer en impulsos emocionales que deshacen nuestros esfuerzos de ahorro.